domingo, 31 de enero de 2021

¡Bubbles lo ha vuelto a hacer! (se ha quedado)

 Para quién no lo sepa, y sea nuevo en la materia, Bubbles, es el nombre de mi automóvil Lamborghini Aventador LP 700-4 color negro matte.

El porque de su nombre se remonta al año 2015, cuando me volví oficialmente Moonwalker; Estaba repasando sobre la vida del archi-famoso Michael Jackson. Fue cuando me enteré de que este tenía como acompañante, un pequeño chimpancé llamado "Bubbles".

Fue en ese entonces que, como un detalle cariñoso, le puse ese emblemático nombre a mi ostentoso medio de transporte.

Como siempre, después de una agotadora semana, se me ocurrió que merecía un buen día de paseo por la plaza local, y como es la costumbre, salí al patio, que es donde tengo el garaje, y me dispuse a sacar a Bubbles de paseo.

Como es usual, llamé a un par de colegas a que me hicieran compañía en la ardua tarea: Pedro y Brandon. Brandon, como siempre, llevó su famosísima Town & Country y nos siguió de cerca para vigilar que no hubiese un altercado (como bien sabemos que NUNCA de los nunca en México asaltarían a un tipo con un coche muy vistoso).

El muy cabrón le tomó foto a ese momento.

 No voy a extenderme con los detalles del día (de hecho, sólo compré un par de relojes y 2 malteadas "ICE"), simplemente diré, que el mal rato empezó, cuando por fin pasamos de la máquina de ticket a la salida:

Salimos de la plaza, nos dispusimos a sentarnos cerca de la fuente a terminar las malteadas y a charlar sobre asuntos cotidianos (Pedro, que se había apartado conmigo, empezó a hablar de como un colega se peleó con su pareja sentimental, sólo por el hecho de que esta se negaba a impulsarle el deseo de ser una Drag Queen).

Fue entonces que nos dirigimos a los autos, y decidimos marcharnos no sin antes avisarle a Brandon, y preparar el ticket para la caseta (sí, Brandon nos acompaña en estas cosas, ya que él se queda cuidando ambos vehículos dentro del Lambo).

Nos sentamos en esos asientos de pinta tunning, levanté la tapita roja del centro del tablero y me dispuse a oprimir ese mágico botón, aquel que enciende el coche y...¡no sucedió nada!

Tan pronto me enteré del resultado, volví a oprimir el botón con más fuerza y...¡ninguna respuesta!, el auto seguía estático no sólo en el lugar de estacionamiento, sino además, no mostraba ninguna reacción al intentarlo encender.

Yo estaba perdiendo la paciencia completamente, oprimiendo cada 6 segundos y maldiciendo internamente al sangre sucia del vendedor que, en aquel año 2013, se decidió en tomarme como cliente y que, muy seguramente, pensando en la falla, me había visto la cara de imbécil y decidió aplicarme acción de dolo de manera muy arriesgada, vendiéndome un coche con una falla de fábrica.

Salí del vehículo, saqué mi Smartphone y le di la noticia a mi madre que, por mi tono de voz, supuso que pasaba y decidió contestar harta que llamara a un remolque.

Molesto y cagándome en la descendencia y el árbol familiar de todos los encargados de concesionarios Lamborghini y Audi de México, decidí preguntarle a Brandon si este de pura coincidencia no conocía un numero para llamar a remolcar un auto de buen nivel.

Él respondió que no (¡Por supuesto que no, retrasado!) y también me aseguró que, a pesar de estar en una ciudad grande, había mucho lío en encontrar a alguien que se atreviera a cargar con semejante responsabilidad. 

Por lo que sólo nos quedaría resignarnos, llamar a un pariente con contactos, y esperar a la vista del público como completos sonsos fuera del coche mientras él enviaba a alguien.

Harto del asunto, volví a interrogar a Brandon, esta vez por respuestas claras: ¡¿No moviste nada dentro del bólido!?

A lo que él me respondió que sólo puso música en su Smartphone mientras llegábamos. Por lo que viendo la situación y, pensando que posiblemente debía regresar en transporte público, teniendo auto propio pero con una posible falla en el módulo...¡EXPLOTÉ!

!Me cagué en la sociedad juvenil¡, !defequé en los millenials¡, !cisqué sobre Cristiano Ronaldo (que siendo mucho más famoso y rico resolvería predicamentos así con una sola llamada)!, ¡zurré incluso sobre el mismísimo Muhameth! 

Y, por si eso no hubiera sido suficiente, me sobró mierda y media para lanzársela al maricón de Brandon, a su árbol genealógico, a su furcia pareja, y a sus ridículos y dignos de comedia cringe, sueños de maquillarse de manera exagerada, ponerse accesorios vistosos y...!ser un jodido y deslumbrante Drag Queen!

Pedro, mosqueado de lo que presenciaba (por la clara "escenita" que nos aventamos en público) se dirigió hacia el coche y abrió el capó. Miró al compartimiento cerca de la ventanilla que da al medallón del coche y, extrajo la batería.

Luego de eso, fue a pedir ayuda a la plaza para cargarla (parece ser que no quería decir que era la batería del Lamborghini estacionado hace ya media hora afuera).

Luego de otros 30 minutos, Pedro regresó donde el carro, colocó la batería en su lugar y, oprimió ese botón rojo de encendido.

¿Adivinen que?...¡Encendió!

Tan pronto lo oí, ¡me alegre sobre manera!. Fui y traté de disculparme con Brandon, pero este, molesto regresó a su mini van, y todos decidimos en volver. Aún así, de camino a casa, traté de llamar a Brandon desde el asiento del conductor, pidiéndole disculpas, pero siempre me colgaba, supongo que al enterarse de que era yo jodiéndolo.

Así que, esa es la anécdota. Bubbles, ese Lamborghini de coraza oscura y tendencias troll, lo hizo otra vez: buscó la oportunidad perfecta para joderme...y la encontró.

No sólo recibí una reprimenda de Pedro y de mi tío (el familiar con contactos que mencioné), quien por cierto, ya llevaba un tráiler sujeto a su Chevrolet Cheyenne 1979, sino que además, ahora tengo que conseguir quién me acompañe para garantizarme seguridad al andar sobre el joputa alta gama de Bubbles.

El culo de Bubbles te saluda.


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